Reorganización
Con esto del mundial, están todos dispersos, pero bue, nunca está de más tratar de despertar a algunos, aunque, ¿no hay que ser demasiado ignorante para no descubrir lo que está pasando? Bah, tal vez es el miedo, pero “ya me rompe mucho las pelotas la frase [algo habrá hecho]. Lo único digno de aplauso, últimamente, son las señoras que marchan en silencio y rodean la plaza, como si cada vuelta apretara más el cuello de los generales...Ojalá, no terminen como casi todos los que les hacen frente. Mierda! ¿Quién es a esta hora? Raro, son más de las diez...¿quién viene a...? No lo creo, ¿a mi también? Soy sólo un cronista de poca monta, pero igual me llevan en el asiento de atrás, ya tengo sangre en la cara y me duele un poco la cabeza. No forcejeo, sé que es inútil, que no me a salvar de nada, sé que las cartas ya están echadas y la mano no viene buena....Llegamos, me ponen a la fuerza dentro de una improvisada celda que no tiene siquiera un colchón. Lo veo, el pendejo se ríe con aires de superado, cree que está en el bando correcto, y me patea las costillas con sádico gusto. Por fin, se cansó, pero estoy demasiado débil para sentir alivio alguno, sólo me desmayo, y no sueño.
Ya es de día, o eso sugiere la luz del sol que se refleja en la pequeña ventana de esta pocilga...Pienso en la cuidad, ese hormiguero en el que nadie se dará cuenta que falto, excepto mi familia, condenada a no poder pelear con esa gente. Somos bastantes, parece que estos tipos no están dispuestos a dejar que ninguna opinión disienta con ellos...Se escucha, lejos, en la radio, que vamos ganando seis a cero, que el partido ya termina, y clasificamos a las etapas de eliminación directa. El nombre le viene bien a esto, que es bastante directo...Me sacan de acá, pero sé que voy a volver en un rato. Ahora el pendejo de anoche está acompañado por un veterano, que parece de alto rango. Mientras me piden nombres de mis “cómplices” me dan otra paliza más digna de circo romano que de ésta época; pero no voy a pronunciar ni una palabra, no voy a hablar con ellos...palabras más, palabras menos, el destino ya está escrito.
Pasan algunos días, se hace difícil medir el tiempo en este lugar, a veces espero despertarme y haber soñado, pero ya me han hecho saber que es real, y con argumentos más fuertes que un pellizco.
“Mientras tanto, a una de las más importantes oficinas de Casa de Gobierno, llega una carta de una mujer que dice ser hermana de un periodista que no aparece hace alguno días; el general la miran con desdén y revisa una lista a la derecha de su escritorio. Con gesto adusto, escribe: [Srita. Giménez: no tenemos ningún registro de detención o de ningún acontecimiento ocurrido a uan persona con el nombre de su hermano...] Bla, bla, una mentira una mentira después de tantas otras y antes de muchas más...
Nos llevan al patio, nos hacen desnudarnos y formas en fila, entre tanto, ríen como nenes de primaria. Nos apuntan, cargan los fusiles, y se escucha el ruido sordo, metal contra metal, nada más. Ríen de vuelta a carcajadas; a mi lado un hombre avejentado llora y vomita, yo ya no sé que pensar, que sentir, esperaba que esto fuera más rápido. Nos vestimos otra vez, entramos a nuestras “habitaciones”, poco dignas del peor hotelucho que haya visto.
“En la plaza, las señoras dan una vuelta más, en una estrangulación que no se materializa y lloran, rezan, quieren saber dónde están sus hijos...Se suma una más joven, que llora a su hermano. [Roberto, ¿Dónde estás? ¿qué te pasó? ¿qué te hicieron?]”
La radio a todo volumen, hoy es la final, y parece que la jugamos. No me sorprendería que controlen eso también, que ganemos a cualquier costo; éstos vienen ganando así desde el comienzo ...Gol, estamos cerca, se escuchan los gritos de la gente que debe estar en las tribunas...Es gracioso, hacía mucho que no andaba por el Monumental, ni por el barrio donde crecí. Nos sacan de nuevo al patio, ésta vez son más que la anterior, y ya festejan un campeonato, se les ven en los ojos las ganas de un banquete, de un festejo que otros harían con fuegos artificiales...Preparan los fusiles y se relamen, ya se sienten ganadores, Se escucha un nuevo griterío mientras volvemos a hacer la fila...Miro al pendejo a los ojos, no tengo miedo, me apunta, esta vez no le sale sonreír, él si tiene miedo..
Se escucha la primer bocina , y la primer explosión en la cuidad. Acá, como un ametralla, las armas detonan una a la vez, con una coordinación notable...Duele, y mucho, podría haber apuntado a la cabeza y ya, pero prefiere que sufra...Me pisa el pecho, justo en la herida, me dice [Ganamos]...Ganaron.
“En la plaza, una vuelta más, y aún respiran”
Ya es de día, o eso sugiere la luz del sol que se refleja en la pequeña ventana de esta pocilga...Pienso en la cuidad, ese hormiguero en el que nadie se dará cuenta que falto, excepto mi familia, condenada a no poder pelear con esa gente. Somos bastantes, parece que estos tipos no están dispuestos a dejar que ninguna opinión disienta con ellos...Se escucha, lejos, en la radio, que vamos ganando seis a cero, que el partido ya termina, y clasificamos a las etapas de eliminación directa. El nombre le viene bien a esto, que es bastante directo...Me sacan de acá, pero sé que voy a volver en un rato. Ahora el pendejo de anoche está acompañado por un veterano, que parece de alto rango. Mientras me piden nombres de mis “cómplices” me dan otra paliza más digna de circo romano que de ésta época; pero no voy a pronunciar ni una palabra, no voy a hablar con ellos...palabras más, palabras menos, el destino ya está escrito.
Pasan algunos días, se hace difícil medir el tiempo en este lugar, a veces espero despertarme y haber soñado, pero ya me han hecho saber que es real, y con argumentos más fuertes que un pellizco.
“Mientras tanto, a una de las más importantes oficinas de Casa de Gobierno, llega una carta de una mujer que dice ser hermana de un periodista que no aparece hace alguno días; el general la miran con desdén y revisa una lista a la derecha de su escritorio. Con gesto adusto, escribe: [Srita. Giménez: no tenemos ningún registro de detención o de ningún acontecimiento ocurrido a uan persona con el nombre de su hermano...] Bla, bla, una mentira una mentira después de tantas otras y antes de muchas más...
Nos llevan al patio, nos hacen desnudarnos y formas en fila, entre tanto, ríen como nenes de primaria. Nos apuntan, cargan los fusiles, y se escucha el ruido sordo, metal contra metal, nada más. Ríen de vuelta a carcajadas; a mi lado un hombre avejentado llora y vomita, yo ya no sé que pensar, que sentir, esperaba que esto fuera más rápido. Nos vestimos otra vez, entramos a nuestras “habitaciones”, poco dignas del peor hotelucho que haya visto.
“En la plaza, las señoras dan una vuelta más, en una estrangulación que no se materializa y lloran, rezan, quieren saber dónde están sus hijos...Se suma una más joven, que llora a su hermano. [Roberto, ¿Dónde estás? ¿qué te pasó? ¿qué te hicieron?]”
La radio a todo volumen, hoy es la final, y parece que la jugamos. No me sorprendería que controlen eso también, que ganemos a cualquier costo; éstos vienen ganando así desde el comienzo ...Gol, estamos cerca, se escuchan los gritos de la gente que debe estar en las tribunas...Es gracioso, hacía mucho que no andaba por el Monumental, ni por el barrio donde crecí. Nos sacan de nuevo al patio, ésta vez son más que la anterior, y ya festejan un campeonato, se les ven en los ojos las ganas de un banquete, de un festejo que otros harían con fuegos artificiales...Preparan los fusiles y se relamen, ya se sienten ganadores, Se escucha un nuevo griterío mientras volvemos a hacer la fila...Miro al pendejo a los ojos, no tengo miedo, me apunta, esta vez no le sale sonreír, él si tiene miedo..
Se escucha la primer bocina , y la primer explosión en la cuidad. Acá, como un ametralla, las armas detonan una a la vez, con una coordinación notable...Duele, y mucho, podría haber apuntado a la cabeza y ya, pero prefiere que sufra...Me pisa el pecho, justo en la herida, me dice [Ganamos]...Ganaron.
“En la plaza, una vuelta más, y aún respiran”
2 Comments:
nunca más?
que nunca más lo que nunca tendría que haber sido.
Nunca más??? Esas dos palabras nadie tendría que decirlas jamás...pero estamos tan acostumbrados sin embargo...
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